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lunes, 12 de enero de 2015



FICCIÓN Y REALIDAD
EN LA LITERATURA CONTEMPORÁNEA
Raúl Oswaldo Martínez
Siempre hemos tenido la certeza de creer que el mundo se concibe en lo absoluto real. Regularmente observamos la realidad a través de criterios fundamentados sobre la base de una recalcitrante concepción racionalista. Es precisamente esa postura la que hemos percibido durante mucho tiempo en el campo del conocimiento, situación extendida con agudeza hasta los recónditos lugares de la vida misma.

El hombre moderno, como individuo, ha conducido su visión panorámica de las cosas, desde una ontología sostenida en la verdad científica hasta otra genésica. Al parecer su óptica aun no ha contemplado que el universo también se compone de una otredad circundante de lo real. Tal situación nos ha obligado a pensar en una suerte de dualidad percibida en los sucesos más cotidianos de la existencia. De hecho podríamos plantear una diatriba, si se quiere, en cuanto a lo concerniente a la vida y la existencia; ya que entre vivir y existir, se supone hay considerables diferencias que darían pie a una acalorada discusión filosófica.

En efecto, no es lo mismo vivir que existir. Vivir entraña una posibilidad orgánica, mientras que existir conviene más a una realidad de la memoria. En el existir deviene una relación del hombre con su conciencia, lo cual traza la diferencia con los otros seres vivos, (plantas, organismos, etc.) que si bien poseen vitalidad, no tienen la conciencia suficiente para jerarquizar la vida como un hecho existencial en sí mismo. Consideremos como ejemplo lo siguiente: Simón Bolivar vivió en su época, pero en la actualidad existe en la memoria del venezolano. Quizás por una serie de situaciones históricas que han conmovido la conciencia colectiva de cada uno de nosotros, al esclarecernos, cómo este hombre entregó su vida a la existencia.

Como vemos, es una cuestión de registrar la dicotomía sugerida, entre vivir y existir. En tal sentido, podemos hablar entonces de la alternancia de un mundo paralelo a lo real. De un mundo que existe pero no vive. Una suerte de Cogito Ergo Sum que puede visitarse de la mano con lo imaginario.
Esta situación, es calificada como ficción. Al respecto, Thomas Pavel escribió: “la ficción puede responder (...) a los poderes de la imaginación para crear mundos y dar cuenta de las propiedades de los mundos, (...) y su integración en la economía general de la cultura”. De este significativo hecho se desprende que la imaginación es el transporte idóneo para alcanzar ese mundo alterno de la realidad; no queriendo decir con esto, que la ficción como alternancia de lo real sea una ilusión, sino al contrario, ella se presenta como un espacio connotado de la realidad.

Esta sucesiva acción la evidenciamos a través de lo imaginario, ya que tomando la palabra de Clément Rosset: “lo imaginario no es algo distinto de lo real; es lo real ligeramente desplazado en relación con su espacio y su tiempo propio (...) se trata siempre de la misma realidad, pero se produce en un escenario no habitual que representa una especie de espacio protegido”. De acuerdo a ello, para nosotros es lícito afirmar que el espacio protegido es la ficción. Pues ésta opera en campos de la imaginación donde el individuo busca un bálsamo aliciente para soportar los embates de tanta realidad. No pretendemos decir con esto, que la ficción sea un sitio marginado de lo real, sino todo lo contrario, “un lugar en donde -según Rosset- lo real está como preservado, al abrigo de lo que hay de constitucionalmente frágil en la realidad misma”.

Ahora bien, cuando el asunto se trata de la ficción literaria, tenemos en cuenta que durante la lectura de un cuento o novela, se activan ciertos mecanismos imaginarios que convencen al lector de la veracidad de los hechos; una seducción que sugieren a éstos como acontecimientos reales. Hay una suerte de entrega entre el lector y la historia cuando se acepta las alegrías y los sufrimientos de los personajes; pues a partir de ellos se desenvuelve la aceptación de los fenómenos ocurridos en la trama. Walton, citado por Pavell dice: “el asunto metafísico central del estatuto ontológico de los entes de ficción se encarna en la experiencia de dejarse atrapar por la historia (...) porque las obras de ficción no son meras secuencias de frases sino puntales en un juego de mentirillas” Hace esto suponer entonces, que dentro del universo real existe una estructura que viene a ser una sub- estructura o estructura secundaria, la cual posee una relación de correspondencia con la primera. Es decir, hay un universo que es la base de otro.

I

En el cuento literario “Escenas contra la Pared” de la escritora Milagro Socorro, hay un personaje, Ana Lucila, que sufre una enfermedad psicológica denominada luminolepsia; el síndrome patológico consiste en monologar durante las proyecciones cinematográficas. El lector ante tal situación, concibe la enfermedad como real, para presenciar como espectador el juego de “mentirillas” presentada en la trama. Esta aceptación surge porque el lector asocia la luminolepsia con otras situaciones que pertenecen a la intertextualidad del discurso narrativo: como la muerte del hijo de Ana Lucila en un asalto de banco, la depresión sufrida por ella, la preocupación del personaje narrador, etc. Asuntos que pueden ser reales en la cotidianidad de cualquier persona común y silvestre:
“...los casos más comunes (dijo el médico) son los de esas personas
que tú ves atiborrarse de comida durante la proyección” (Pág.46)
El lector consciente de esta realidad, asocia la luminolepsia con una enfermedad real y cae en el juego de la ficción. Como podemos apreciar, la luminolepsia constituye un elemento ficcional del texto y lo traducimos así: enfermedad = elemento real y luminolepsia = elemento ficcional; estructura base y estructura secundaria de dos universos “que están vinculados – según Pavel- por una relación de correspondencia”. Además, el lector es un viajero imaginario y visita los diferentes territorios que propone la ficción. Estos acontecimientos ficticios de algún modo lo hacen testigos de situaciones emotivas y lo invitan a participar desenvueltamente en ellas... “cuando estamos atrapados por una historia – según Walton – participamos en los acontecimientos ficticios proyectando un yo de ficción que asiste a los acontecimientos imaginarios como una especie de miembro sin voto” Esta es la razón por la cual el lector experimenta estados de sentimientos apropiados con el miedo, el horror, la piedad, etc.

II

Igualmente, el horror como aspecto literario ficcional, lo encontramos en el cuento “El Gato Negro” del escritor E. A. Poe. En el texto resulta muy significativo el hecho que el gato en cuestión tenga como nombre Plutón. Pues, remite a la mitología griega, en la cual Plutón es el dios de las tinieblas y la tétrica oscuridad. La situación sostenida, es una correspondencia ficcional con la historia narrada por el personaje relator la cual gira alrededor de la sombra del gato ahorcado que aparece después de ocurrido el incendio de su habitación. Además, este elemento ficcional se conjuga con otro: la aparición de otro gato similar a Plutón que tiene la imagen en su pecho: la del gato ahorcado aparecido en la habitación, creando así una atmósfera de desconcierto. Apreciamos entonces como este elemento fantástico connota la ficción y propicia el desenlace de la historia:
“Una voz surgió del fondo de la tumba: un quejido primero, débil y entrecortado
como el sollozo de un niño, y que aumentó después de intensidad hasta convertirse
en un grito prolongado, sonoro y continuo, anormal y antihumano, un aullido, un
alarido a la vez de espanto y de triunfo, como solamente puede salir del infierno”
(Pág.18)

La situación descrita anteriormente sugiere un hecho imposible dentro de una consideración de lo real, ya que se presenta como un acontecimiento en su más pura irrealidad. Sin embargo, el lector se conmueve hasta el punto de creerla veraz. En tal sentido, Pavel afirma: “Las obras de Ficción combinan con más o menos dramatismo estructuras de mundos incomparables, juega con lo imposible y hablan sin cesar de lo inefable”. Presentándose, además, de modo coherente tanto textual como lingüísticamente.

III

Si hay otro escenario literario donde lo ficcional hace de las suyas, es en “La Metamorfosis” del autor Frank Kafka. Quizá sea en esta obra donde percibimos cómo la ficción puede ubicar al lector en una posición imaginaria de suma riqueza. Pues el narrador atrapa desde el principio al lector, en una situación que constriñe el sentido de lo real:
“Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo,
encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto” (Pág.15)
Esto permite al lector internarse imaginariamente en la conciencia del relator, para explorar los contenidos ficcionales que propone la trama de los hechos asombrosos que experimenta la familia Samsa y especialmente el personaje encarnado en Gregorio convertido en insecto; situación que simboliza la transformación que hace la sociedad moderna con el hombre actual. Una situación si se quiere de absoluta soledad:
“_ Pero, señor – grito Gregorio, desesperado, olvidándose de
todo – voy de inmediato, salgo al momento...” (Pág.23)
(...)
“_ ¿Entendieron ustedes algo de lo que dijo? – Preguntaba el
principal a los demás-” (Pág.24)
El diálogo determina que Samsa conserva su lenguaje, pero no puede ser escuchado por sus semejantes. Situación esta, que caracteriza a una sociedad que se hunde cada día más en la deshumanización y mecanización de la vida.
Lo cierto es, que lo real percibido dentro del discurso narrativo, se concibe como una estructura ficcional que responde a principios sociales y culturales bien determinados en los individuos modernos.
Para finalizar, diremos que la ficción como alternancia de lo real propone una función determinante en el lector, ya que a través de ella, él puede experimentar una conciencia relacionada íntimamente con su entorno socio cultural. Con Pavel diremos entonces: “Una de las funciones de la ficción es cultivar habilidades como la inducción rápida, la percepción alerta, la construcción de hipótesis, la postulación de mundos posibles (...)” Actitudes éstas, altamente necesarias para aquellos que requieran la literatura como una actividad útil en el proceso de los valores esenciales de la existencia humana.
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BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Pavel, Thomas G. Mundos de Ficción Rosset, Clément. Lo imaginario.
Monte Ávila Editores. 1995 Caracas. En: Doce Lecciones de Filosofía
Ed. Juan Granica. 1983. Barcelona.
Poe, Edgar A. El Gato Negro Kafka, Frank. La Metamorfosis
En: Narraciones Extraordinarias Ed. Mexicanos Unidos. 1983
Ed. Cometa de Papel. 1997.
Colombia.
Socorro, Milagros. Actos de Salvajismos
XII Bienal literaria “José Antonio Ramos Sucre”

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