EL POBRE HÉROE DE LOS HÉROES POBRES
(Manifiesto Estético)
Raúl Oswaldo Martínez
I
... Desde aquí en el techo de la sardina,
nos pronunciamos con la intención de reivindicar la estética del cinturón que
no es el de Orión, tampoco el modelado por la chica de moda; sino ése que
abraza esta bolivariana ciudad vigilada por el gran Monte Ávila. Nosotros,
sardineros por convicción y unidos por una causa perdida en la incertidumbre,
sabiendo de antemano que el arte políticamente no da para soñar y además nunca
ha sido propuesta para salvar la humanidad. Manifestamos enérgicamente nuestra
disposición hacia una estética de los héroes que día tras día suben y bajan los
infinitos escalones de la miseria a la pobreza y de la pobreza a la miseria;
con la ingenua creencia de un soñado derecho al trabajo, con el optimismo de
pensar inútilmente que no son los excluidos de esta loable sociedad. Y que la
justicia contra el muro de la indiferencia social es aplicada a los ciudadanos
por iguales porque la insensatez clasista nunca ha justificado los medios.
II
En este espacio donde
podemos vociferar con amargas palabras envueltas en lambdacismo, no sugerimos
perpetuar una estética del arte con animo burgués, tampoco con la marcada
perspectiva marxista, porque pensamos que toda esa porquería enclaustrada en el
arte es una hipócrita simulación a favor de grupos privilegiados. Y si acaso
afirmáis ante estos argumentos que sólo somos una horda de resentidos, no te
equivocáis porque son esos precisos enunciados lo que hacen cayos en nuestra
piel... También con desgarrador grito
afirmamos la conciencia estética de nuestra sociedad como el fluir del río
Guaire y sus submarinos que no son como el amarillo de los Beatles, sino los
bajados por incontables cagadores-habientes en sus letrinas diariamente.
III
Igualmente creemos, estetas apolíticos, que sus amurallados
museos se nos figuran como grandes cerros de desperdicios recogidos todos los
días en esta ciudad. Sus adorados templos terminan siendo finalmente basureros
privados, y ustedes zopilotes carroñeros de la podredumbre. Ustedes, sofistas
de la estética, sólo saben llenar sus fauces enardecidas de inútiles discursos.
Olvidan los versos del último vanguardista de la poesía:
Yo
pido a voces y puños
Que los únicos
oradores públicos
Sean los panes recién
salidos del horno
Porque
no es justo que los obreros vivan
Desayunando
saludos solamente.
Ustedes que falsamente hablan sobre el compromiso social del arte
cuando cosechan en sus bolsillos el dinero de una desangrada patria, donde cada
día la pobreza arranca un pedazo de vida a cada hombre y mujer; héroes
pobres que no salen en las pantallas de discovery cannel, ya que con ellos no se determinan ajustables
ganancias comerciales porque son algo menos que una mascota.
IV
Ante toda esta situación reivindicamos una estética de las balas y el cuchillo, ya que se acerca la seductora verdad. Nadie puede manipular fría y groseramente el patrimonio de lo cierto, dijeron en su momento los camaradas Balleneros en los anhelados años sesentas. Queda a nosotros en la actualidad, invocar el fusil verbal para acribillar los desordenes creados por un grupo de vampiros que años tras años han succionado el concepto cultural de nuestro país. Con su largo brazo ha apartado los talentos artísticos para erigir el valor del dinero y los intereses políticos y personales, desconociendo, por supuesto, la heroica labor de hacer arte dentro del cinturón de miseria que los rodea.
V
Entonces, nosotros sardineros
por excelencia preguntamos: ¿Acaso no hay belleza también en las esquinas
lustradas por los traseros de incontables desempleados? ¿No es bello la
consecución infinita de tarantines de buhoneros ubicados en cualquier avenida?
¿No se encuentra un concepto estético en el hecho de que la Caracas de los
techos rojos ahora sea la de las paredes rojas? O ¿No es bella la imagen de una
familia que sube tobos de agua hacia la terraza del cinturón donde no llegan
las tuberías? Quizá a ustedes, estetas serviles de los
privilegios, les sea difícil reflexionar sobre este concepto porque los atrapa
un sentimiento de vergüenza...
Debe ser que para ustedes
tiene más estética un Ferrari último modelo o los asientos de un avión
perteneciente a una importante aerolínea. Porque miden el concepto artístico a
través del valor económico que este pueda tener y no por el sentido estético en
sí. Entonces a quiénes engañan las bolserías de los críticos y galerista de
arte...
VI
Nosotros, desde el Techo de
la Sardina, anunciamos la dulce hora de afilar los cuchillos para
despiadadamente cortar los hilos de esa macabra idea de alienar el arte con postulados, manipulaciones y cogollerismos a favor de intereses
situados más allá del verdadero sentido del concepto estético...
Invitamos sin pudor alguno,
a romper con la desilusión recalcitrante de los criterios de un reducido grupo
de apolitistas negados a enfocar su producto histórico: el lecho de cartón
donde descansa la osamenta desvencijada del sobreviviente. Ése mismo
erigido por nosotros, los sardineros estéticos, como un héroe de los héroes
pobres; reivindicado ferozmente a través del olor que expiden sus harapos
en su diaria agonía. En el canto mismo acompañado del ritmo de una marimba de
Chaimas. Con la danza del caído que se repite en el movimiento cadencioso
de las migajas, al resonar en el mugroso recipiente donde recogen los residuos
de sus estrepitosos banquete.
VII
Es hora de despedirnos
haciendo la acotación de que nuestro obstinado lambdacismo verbal,
resonará nuevamente en otra oportunidad.
Como una tormenta tropical quedara el rastro de un discurso que se prolongará
en la conciencia del agitado corazón, manifestado violentamente a lanzar una
utopía más al cajón oscuro que tenemos en el idealismo. Y todo por los Héroes Pobres de los Pobres
Héroes, sobreviviente en los escombros y rincones de esta sociedad
cristiana, apostólica y un montón de mierda más...
RESCRITO SOBRE EL TECHO DE LA SARDINA A LOS
VEINTITRÉS DÍAS DEL MES DE OCTUBRE DEL AÑO DOS
MIL
DOS.
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